Al fin puedo sentarme unos minutos a contaros cómo fue la primera presentación de La tienda de figuras de porcelana.
Tuvo lugar el jueves pasado, día 11, en la panadería José Antonio de Santiago de la Ribera (San Javier, Murcia). Un lugar excelente, en el paseo de la playa. Y para los que ya tenemos una edad (tema este, el del paso del tiempo, muy presente en el libro) es un sitio mítico porque, aunque ya no está Obelix crucificado en la fachada, la sala de dentro sigue igual que cuando aquello era un bar de copas llamado Pipurrax.
Había convocado a las 19:30 con la idea de que los invitados fueran llegando, se tomasen algo y cogieran sitio, y que la presentación empezara a las 20:00. Antes, me iría situando, recibiría a los amigos…
Pero las cosas (por suerte, porque de lo contrario, la vida sería un aburrimiento) no siempre salen como uno las planea.
Pusimos, bajita, la música que Marta había preparado, casi todo canciones que podrían sonar durante una película de Woody Allen.
Alguien compró el libro y me pidió que se lo firmara, y cuando me di cuenta tenía delante una larga cola de personas que esperaban a que les dedicara su ejemplar.
«Anda, ¿es que se ha adelantado la Semana Santa?», dijo Alejandro al llegar y encontrarse con aquella procesión.
Estuve dedicando libros todo lo rápido que pude, porque me daba apuro que hiciesen cola por mí, hasta que, a las ocho menos cinco, cortamos la música, Marta dio un silbido de cabrero y la gente se dispuso a escuchar.
Comenzó hablando Javier Salinas, el editor de Malbec, quien, quizá sorprendido al hallar tantos espectadores (las presentaciones literarias no suelen ser eventos multitudinarios), divagó un poco. Por suerte, enseguida recondujo el discurso y le pasó la palabra a Mónica Pelluz.
Para ella también era su primera vez. Sé que estaba nerviosa (de hecho, tardó como un mes en acceder a presentarme), pero no se le notó nada. Realizó observaciones y preguntas inteligentes a las que yo respondí como si estuviéramos los dos solos, mucho más tranquilo de lo que imaginaba que iba a estar cuando empecé a preparar esta presentación, y eso que había mucho público.
Hablamos del libro pero también bromeamos y la gente rio. Mónica se había preparado un pequeño guion que se saltó a su antojo, y yo no llevaba nada, de modo que todo resultó fresco y natural.
En un momento dado, expliqué que lo normal en una presentación es que el autor lea algún fragmento, pero que en lugar de eso…
Entonces sonó la música y surgieron de entre las sombras el Maestro y Zabulón, dos personajes escapados del último cuento del libro, Academia de íncubos.
Yo estaba expectante, como todos, porque apenas tenía una idea muy vaga de lo que iban a hacer.
Sacaron a mi amiga Carmen de entre el público, el aprendiz de íncubo bailó con ella (en una metáfora del acto sexual), y después el Maestro le recriminó su torpeza punto por punto, desde los preliminares hasta la consumación, mientras Zabulón tomaba notas, avergonzado.
Esto pudo hacerse por la generosidad y la disposición de los miembros (no busquéis dobles sentidos) de Mírame Teatro, que se desplazaron desde Torrevieja y actuaron por amor al arte, nunca mejor dicho. Así que mil gracias de nuevo a Javier y a Javier, que tales son los nombres mortales de los dos íncubos, y a Ciro, que me los presentó.
Después Mónica y yo seguimos charlando, llegó el punto de ruegos y preguntas (deformación profesional), dimos por acabado el acto y, sin levantarme, aunque tenía ganas de orinar, seguí firmando.
Y aquí es donde mi previsión falló. Yo había imaginado dedicar libros durante un rato, tal vez hasta las 20:30, y después departir con los asistentes, como buen anfitrión. Especialmente con los que habían venido desde lejos (Murcia, Guardamar, ¡Totana!…).
Pero no hubo manera. Había tanta cola (y eso que ya había estado dedicando ejemplares antes de empezar), que solo podía saludar, darle al boli y pasar al siguiente. Me sentí como una Youtuber en la Feria del Libro. Los amigos bromeaban con que el boli que me regalaron en mi cumpleaños se iba a quedar sin tinta.
Y nos dieron las diez y las once. Muchos se fueron marchando porque el día siguiente era laborable, no pude hablar con ellos, pero sé que lo entendieron.
Ni siquiera probé las tapas y los dulces que iban sacando, no tuve tiempo, y estoy muy agradecido por ello.
Recuerdo que, cuando al fin me levanté de la silla, con la vejiga como una zódiac pequeña, sentí la extrañeza de volver a estar en ese cuarto de baño de ese local que no había pisado desde que era adolescente.
Mientras me aliviaba pensé que, si alguien le hubiera dicho a aquel chaval que en la primavera de 2019 iba a estar firmando libros en el Pipurrax, se hubiera descojonado de risa.
Al fin, a eso de la una de la madrugada, pudimos hacer el recuento y comprobamos que se habían vendido 76 libros. Según me comentó Mónica, que está más que acostumbrada a acudir a este tipo de eventos, un éxito indiscutible de asistencia para una presentación de un autor desconocido (e incluso de los que tienen cierta fama), donde 30 asistentes es ya una cifra considerable y deseable.
A la inauguración de esta tienda acudió más del doble.
(Nota: Después de escribir esta crónica, pude hacer la lista, con nombres, y el número es mayor del que habíamos calculado: asistieron, al menos, 86 personas).
Como «representación institucional» acudió la alcaldesa pedánea de Santiago de la Ribera, Julia Gallut, el concejal de Cultura, David Martínez, y una chica, Mila, cuyo cargo no recuerdo.
No quiero destacar a nadie por encima del resto porque sería injusto, pero permitidme decir que me hizo una ilusión especial darle dos besos a Maite, que fue mi profesora de inglés en una época en la que estaba un poco perdido; sin embargo, ella siempre supo ver más allá.
De allí, aunque estaba hecho polvo después de la tensión y tanta dedicatoria en modo Flash, me fui con el núcleo duro al único bar abierto en la playa un jueves a esa hora.
Cuando llegamos, alguien que se había tomado unas cuantas cervezas en la presentación sacó mi libro y se puso a leer fragmentos, y otros le imitaron.
Cerramos el bar, por lo que calculo que serían las tres de la mañana, y nos fuimos, ya solo cuatro, a casa de un amigo, a rematar la fiesta.
Llevaba como un mes con cierta inquietud porque soy nuevo en esto y he tenido que encargarme yo solo (con un poco de ayuda de mis amigos, que dirían los Beatles y el bueno de Joe) de organizar esta presentación. Desde el día y el lugar hasta el catering, la música e incluso un fotocol casero que quedó bastante resultón. También conseguí que la biblioteca imprimiese algunos carteles para promocionar el acto.
Por suerte, todo fue incluso mejor de lo esperado. La única espinita que me queda es que el evento no haya salido en la prensa local porque, verdaderamente, lo merecía. Pero no pude ocuparme también de enviar notas a los medios.
Aprovecho para agradecer de nuevo a todos los asistentes su apoyo en este día tan especial para mí. A Tiago, que hizo de técnico de sonido; a Elia, que estuvo con las fotos y las grabaciones; a los dos Javier de Mírame Teatro; a Marta, que se encargó de la venta de libros; a Mónica, que lo hizo todo tan fácil; a Toni, de la biblioteca…
Así de contento acabé, con los ojos rojos
Una vez superada con éxito la presentación, ahora viene el examen que de verdad importa.
Sé que estos días hay muchas personas paseando por mi tienda, leyendo el libro. Algunos ya me han dado sus primeras impresiones o me han enviado fotos con su ejemplar. Y eso me gustaría pediros: no os cortéis, os conozca personalmente o no, y escribidme para contaros lo que os venga en gana. Cualquier comentario, cualquier crítica será bienvenida.
Avisadme también por favor de las erratas que encontréis (espero que sean pocas) e intentaré que mi editor las corrija en la segunda edición.
Tenéis a vuestra disposición las redes sociales y, si lo preferís, hay un formulario de contacto en esta misma web.
¡Gracias!
2 Comments
¡Enhorabuena Salva!
No puedo más que alegrarme del éxito de la presentación, de verdad, y que envidia más cochina me da, no haber podido estar.
Tal como lo cuentas, paréceme estár en el Pipurrax, que tiempos…
Mucha suerte y éxitos.
Qué cosas. Fuiste la primera en dejar un comentario en el otro blog, allá por 2013… Y eres la primera en comentar en esta página 🙂
En cuanto a la presentación, igual hago otra en Murcia, te avisaré.
¡Muchas gracias, Pili!