La tienda de figuras de porcelana tiene hilo musical. Eso no es raro, porque el tendero lleva en sus oídos muchas horas de auriculares. Me sorprendió cuando me contaron que habían encontrado numerosas referencias cinéfilas, pero que hubiera música era inevitable.
Eva, que conoce este libro mejor que nadie porque me ayudó a seleccionar y corregir los relatos, ha creado esta lista de Spotify:
Siete de estas canciones sonaban ya en el libro, las había incluido yo de una manera u otra, y el resto son las que ella ha considerado adecuadas para ambientar cada historia.
Hay cuentos a los que les asigna dos canciones. Esa es la razón por la que la lista contiene 20 temas para 15 cuentos (13 más el prólogo y el Interludio).
La lista está por orden, así que es fácil seguirla:
Una de esas canciones que me acompañan desde la primera vez que la escuché. Eva la ha relacionado, por motivos obvios, con el prólogo que justifica el título del libro.
Ana siempre tendrá un lugar privilegiado en mi propia tienda, pero otras figuras yacen olvidadas en una caja de cartón, arrumbadas en el almacén. A algunas se les ha borrado el nombre de la plaquita de su base, o las rompí sin pretenderlo al tomar decisiones incorrectas, al ser cobarde o egoísta. Son tan frágiles…
Un verso de esta canción sirve de título al relato y nos da una pista sobre el significado del mismo:
«Y de la tierra perdida en la infancia / al mundo perecedero».
Explica la autora de la lista: «Puros como la nieve, la bola de nieve, el coro de niños…».
Esta canción, que no conocía y me parece buenísima, podría asociarse también con No nevaba nieve (ver cita más abajo).
Dice Eva que coincide «hasta el ritmo, cómo empieza y cómo termina».
Precisamente, ese inicio («He is walking like a small child») podría recordar igualmente a relatos como Solo viento o La línea circular, en la que los protagonistas pasean inmersos en sus pensamientos.
Esta no tiene mayor misterio:
Rafa tiene aún al tiempo de su lado, y no solo por el Casio de plástico negro que luce en su muñeca. La chica volverá con él algún día, lo sabe, aunque será con otro rostro y le mirará desde otros ojos.
¡Qué temazo! La canción habla de un pecador que busca desesperadamente al Señor, corre como un loco del mar a la montaña, del río a la roca, lo busca también en el Diablo…
Esta la incluí yo en el relato:
En aquel mirador de roca gris con ínfulas de blancura me acordé de una canción de Yupanqui, y también me olvidé de mí mismo, tanto mirar y mirar, hasta que oí a Mara gritando desde abajo…
Aquí no es necesario explicar nada, ¿verdad?
Voy a contaros una historia real, una que me sucedió a mí. Como muestra de sinceridad usaré mi verdadero nombre, Salva. Ni siquiera voy a procurarme un alter ego, un Solanoski.
«Es lo que piensa el protagonista (tú) cuando ve a la niña».
She’s got a smile that it seems to me / reminds me of childhood memories
Where everything was as fresh as the bright blue sky
Ella tiene una sonrisa que parece / traerme recuerdos de la infancia
Donde todo era tan claro como un brillante cielo azul
Una curiosa casualidad: Sweet Child O’ Mine es el noveno corte del primer disco de Guns N’ Roses, Appetite for destruction. Y No nevaba nieve es el noveno «corte» de mi primer libro.
Esta también corre de mi cuenta. La cita que incluyo al inicio de este cuento (cada relato comienza con la suya) es:
«¿Cómo volver a ser otra vez puro y ligero?».
«La mujer de verde es Paloma. Ella y todas las cuidadoras o acompañantes de enfermos».
Os cuento un secreto. Dentro de ese relato, además de la canción que le da título, hay otro pequeño homenaje a Nacho Vegas, más escondido. En este caso es de La vida manca:
«Porque si me pongo bien / no me acuerdo de la muerte».
In all my past lives I played an asshole
Now I found you, it’s almost too late…
Esta la ha incluido porque habla de números (en este caso, del uno), y porque la canción mola mucho.
Esta canción no falta nunca en mi carpeta de música. Me parece preciosa, la música, la voz y la letra. Desde la vejez, el «narrador» hace un repaso por diversas etapas de su vida: los 17, los 21, los 35. Como sucede en este libro.
Todo un acierto, Eva.
Sabéis que me gusta mucho Extremoduro, así que no pude resistirme a citar una de sus canciones. Y esta fue la escogida.
Entre los materiales del curso tienes a tu disposición nuestra lista de Spotihell Las 100 mejores canciones para poseer a humanas. Son más de cinco horas de música, no creo que se te quede corta —ironizó el Maestro—. Si quieres salirte de los clásicos, prueba con algo como Stirb nicht vor mir.
¿Qué, os gusta la lista? Hay un poquito de todo. Seguro que, como me ha sucedido a mí, encontráis alguna buena canción que no conocíais.