Dice el refranero que cada uno habla de la feria según le fue en ella, y en mi caso no va a ser una excepción. Quiero decir que no os toméis esto como si estuviera sentando cátedra, que yo me limito a contar mi experiencia.
Estuve firmando el día que se inauguraba la feria del libro, miércoles 2 de octubre, de 17:00 a 21:00. Primero en la caseta de mi editorial, Malbec, y la última hora en la de El Corte Inglés.
En ese tiempo dediqué cuatro libros. Algunos compañeros me dijeron que no es una mala cifra; Juan Tebar, que podría vender lavadoras en lo alto del Aconcagua si se lo propusiese, me confesó que en toda la mañana solo había vendido uno.
Pero todo es hasta que lo comparas.
Comparemos, pues.
El domingo llegué con mi botella de agua a las doce, y a pesar de que tenía sueño, en dos horitas dediqué doce libros. No me dio tiempo ni a quitarme las gafas de sol.
Puede que fuera casualidad, o tal vez es que iba con una energía diferente a la del miércoles. Pero a mis compañeros de caseta también les quemaba el boli en la mano.
Por tanto, si me preguntáis mi opinión y os dan la posibilidad de escoger, lo tengo claro: para firmar en la feria del libro de Murcia, mejor en fin de semana. Había más movimiento de gente y los visitantes estaban más receptivos.
Siguiendo con la estadística que surgió en alguna entrada anterior, de los 16 libros que dediqué, la gran mayoría (12) los compraron mujeres.
Aunque este año la feria se ha celebrado dos semanas más tarde que la del año pasado, pasamos calor. No tanto como en Mazarrón en agosto, pero bastante. Qué queréis, si en Zaragoza se fabrica el frío, en Murcia se fabrica el calor.
La primera tarde, hasta que dejó de dar el sol en la caseta a eso de las 19:00, sudamos bien la camiseta. Así que si está en vuestra mano, llevaos un ventilador, como hizo nuestra vecina Maite, de la librería Los Soportales.
Esta vez pude repartir unos marcapáginas (o puntos de lectura, que dice ahora la gente elegante).
No sé si sirvió para algo, pero me alegré de llevarlos. No me costaron mucho dinero, y Tomás Iniesta (el artista al que contraté para decorar la fachada de esta tienda) me ayudó con el diseño.
Los dos días que firmé hubo risas en la caseta con Javier Salinas y Juan Tebar, lo pasamos bien.
Coincidí solo una hora con el bueno de Cristóbal Terrer, que vendía por duplicado (Cameron y Serie Maniac) y también iba con «sueño». Más que yo, incluso.
Me gustó intercambiar unas palabras con Xiana, una niña de 11 años que se detuvo en nuestra caseta con su madre y su hermanito Lucas.
Me dijo, mientras su madre asentía, que le encantaba leer, y eso me puso de buen humor. Hay esperanza en las nuevas generaciones.
También habló un buen rato con nosotros Marta, una chica joven, futura escritora, que quiso hacernos preguntas técnicas sobre el proceso de escritura. Abrió mucho los ojos cuando Juan le contó que había escrito Benet en once días. En cambio (y así se lo dije, para tranquilizarla), yo tardé más que eso solo en decidirme por el título.
Aunque Murcia me pilla lejos, me las apañé para ir uno de los días que no firmaba a visitar en condiciones la feria y hablar con compañeros, editores y organizadores, comprar algunos libros, asistir a la presentación de Distopía…
No voy a dar nombres para no dejarme a nadie, pero todo el mundo fue muy amable conmigo.
Gracias.
Me ha hecho mucha ilusión poder estar presente como autor en la feria del libro de Murcia, y si de mí depende, volveré encantado a la de 2020. Ha sido una experiencia estupenda.
En 2018 caminé por el paseo Alfonso X mirando con admiración a los escritores, y este año he pasado a través del espejo.
Allí conocí a Mónica Pelluz, y quién iba a decirme (y a decirle a ella) que en 2019 sería la encargada de presentar La tienda de figuras de porcelana en sociedad.
El año pasado adquirí varios libros, aunque ahora solo recuerdo dos: Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino, de Diego Sánchez Aguilar, y la premonicatoria que me escribió en el suyo Rubén Castillo, adivinando que pronto sería yo el que dedicase ejemplares.
En 2018 me preguntaba si algún editor querría abrir al público mi tienda, y ya vamos por la segunda edición.
El año pasado, en la caseta de MurciaLibro me entregaron una pequeña maceta que trasplanté y ya se ha convertido en un señor arbusto, repleto de flores.
Es una buena metáfora de la manera tan rápida y tan bonita en la que se ha desarrollado todo.
2 Comments
Guárdame un marcapáginas para el próximo vino en Murcia.
¡Todos los que quieras! 🙂